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Lo Veo, Lo Quiero, Lo Tengo

  • Mateo Sánchez Chaverra
  • 11 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

“El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”[1] Durante esta semana estaremos hablando más acerca de lo que la codicia, producida por el amor al dinero puede hacer en nuestras vidas. Realmente el amor al dinero es una de las estrategias que usa Satanás para hacer caer a los seguidores de Jesús. “Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.”[2] En muchas iglesias, y muchos pastores predican de un evangelio de prosperidad. Estas personas, las que predican y escuchan, caen en un gran error, al estar embotados y cegados por el materialismo. Adema con esto muestran que van a la iglesia por puro interés, al ir al culto para recibir riquezas. Estas personas que habla pablo en su carta a los corintios, están en pobreza pero aun así están en la iglesia y ayudan con ofrendas para otras iglesias. Job es un ejemplo, aun en su aflicción acudía a Dios en busca de refugio y ayuda, y siguió siendo ese varón ejemplar. Caemos en la ceguedad espiritual cuando los afanes de este toman el lugar que Dios se merece en nuestras vidas y olvidamos lo que realmente importa en este mundo. “El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”[3] Todos tenemos preocupaciones y esto es más que cierto, el problema es que esos afanes y preocupaciones no hagan que la palabra de Dios desaparezca de nuestras vidas. Hay 3 pasos que llevan a la codicia y los vemos reflejados en el principio de este mundo. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.”[4] El primer paso es LO VEO. Eva miro el árbol, miro el fruto y lo deseo en su corazón. La codicia empieza en el corazón y después se riega por todo nuestra sangre, hasta que en nosotros viva la codicia y la avaricia. El segundo paso es LO QUIERO. Eva lo quería, en su corazón la codicia tomo lugar y le pedía que comiese. Y el último paso es LO QUIERO. Tenía todos los medios para conseguirlo, ¿Por qué no tenerlo? Y lo tuvo, comió de él. La codicia hizo caer a los primeros padres y lo hace hoy también con nosotros.” Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.”[5] Con la codicia en nosotros buscamos la felicidad en las riquezas, pero jamás la encontraremos allí. Empezamos hacer las cosas que queremos por el deseo de tener y codiciar más y lastimosamente traicionamos al Maestro. “al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad.” El autocontrol es el remedio para acabar con la codicia, tengamos dominio propio y no dejemos que el amor a nuestras posesiones acabe con nuestra vida espiritual.

[1] Mateo 13:22

[2] 2 Corintios 8:2

[3] Mateo 13:22

[4] Génesis 3:16

[5] Isaías 56:11


 
 
 

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