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Un momento para reflexionar. 2

  • Mateo Sánchez Chaverra
  • 21 nov 2017
  • 2 Min. de lectura

En la palabra de Dios aparece una historia interesante acerca del agradecimiento, se encuentra en Lucas 17:11-19. En este pasaje se relata la historia de 10 leprosos que estaban en el desierto, al pasar Jesús por allí los leprosos le claman y le ruegan que le sanen. En muchas ocasiones nos enfermamos físicamente y quedamos postrados a una cama. En ese momento pedimos y pedimos a Dios para que nos sane. Pasamos horas rogándole y hacemos de todo para que nuestra salud mejore. Y muy pronto Dios nos sana con su mano sanadora. Pero ¿qué es lo primero que hacemos cuando nos aliviamos? O no solo cuando nos aliviamos, cuando pasamos una prueba ¿qué es lo primero que hacemos? Pues es ver lo que la historia sigue diciendo. Pues Dios por supuesto que los sano, pero esto no es lo resaltante de la historia. Cuando él los sana les pide que vallan, como pedía la ley ceremonial, que fuera donde el sacerdote. Todos contentos se van, pero se le olvidaba algo. Las gracias. Todos esperamos una palabra de “gracias” cuando hacemos algo alguien, y cuando esta no dice “gracias” decimos que es un maleducado o un malagradecido. Esto es lo que habían sido los 10 leprosos con Jesús. Mayormente esto es lo que hacemos, cuando Dios obra grandemente en nuestras vidas, no volvemos a orar y en ocasiones nos damos los meritos a nosotros mismos. Hacemos como el rey Ezequías, cuando Dios lo sano de una enfermedad de muerte, los reyes vinieron para ver como se había sanado y él en vez de glorificar a Dios se vanaglorio el mismo de su sanidad, mas tarde se arrepintió. Pero el agradecer a Dios debe ser cada día, Dios obra cada día en nuestra vida. El despertarnos en un grandioso milagro que Dios hace en nosotros y ¿en tu culto personal agradeces a Dios por eso? La mayoría de veces pensamos en que le vamos a pedir a Dios en la oración, pero casi nunca pensamos en que le vamos a agradecer a quien nos ha dado tanto. El relato continúa diciendo que solo uno de los 10 leprosos volvió para dar gracias a Dios: “y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.” Y este no era un judío, no era un fariseo o alguien importante de Judea, era un enemigo de los judíos. Era un gentil, en ese entonces y ese fue el único que le agradeció a Dios. En ocasiones la gente del mundo es más agradecida a Dios que nosotros que conocemos el evangelio. Pero esta en nosotros la decisión de ser uno de los 9 leprosos que no agradeció o ser ese solo que le devolvió las gracias por ese gran milagro que hizo en su vida. No olvides nunca agradecer a Dios, puede ser que últimamente no has estado enfermo pero recuerda que Dios no necesita que estés enfermo para hacer un milagro, tu vida es un milagro. Nunca olvides ¡AGRADECE!

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